domingo, 18 de abril de 2010

El desfile Bicentenario


Arriban los 200 años de la “movida” pro-independentista y la querida Capital se cubre por una atmósfera festiva y patriótica; comienza a maquillarse la ciudad para tan especial ocasión, pendones por doquier con retratos de los próceres y fragmentos de la pintura de Juan Lovera, que dicho sea de paso, si algún citadino no ha podido observar la obra original no debe preocuparse, si camina por las calles de Caracas de seguro se topará con algún pendón que la reproduzca -en el pasado quedaron aquellos tiempos de la “la obra original”, bienvenidos a la era de la reproducibilidad- ahora bien, esto no es lo importante del caso, volvamos a nuestra ¡celebración...!

Mientras la ciudad se “retoca” para el evento, nuestra Fuerza Armada Nacional inicia los preparativos para el tan esperado desfile. Si usted querido lector o lectora, es vecino de la parroquia el Valle, de seguro podrá escuchar los ensayos previos al 19 de abril. Cada año a lo lejos escuchamos los gritos, o mejor dicho las ordenes del General encargado, mientras que los chicos de la academia deben practicar hasta lograr una perfecta alineación para realizar un impecable desfile, bajo el sol o la lluvia... este tradicional homenaje, es y ha sido desde hace muchos años, la atracción de algunos ciudadanos que asisten -muchas veces a ver a sus familiares- para distraerse y disfrutar de los “performance” que ofrece el desfile, especialmente para los más pequeños.

Llega el tan anhelado día y observamos a las personas contemplando los tanques, a los militares con sus prolijos uniformes, realizando sin equivocación el tan ensayado desfile, que no sólo simboliza la conmemoración de una fecha patria, sino que también significa, como diría un querido amigo Teniente: “trabajo y más trabajo, dolor en los pies y demás...” pero a pesar de ello ¡templanza en esos rostros muchachos! Por otra parte, la banda de guerra, las acrobacias de los paracaidistas, quienes dicho sea de paso tienen un grito de guerra muy pegajoso o es que ¿nunca han escuchado el “paracaidistas, paracaidistas” a todo pulmón? Así, todos con la mirada en el cielo, observan como descienden los hijos de Bolívar y nietos de Ares.

El público, lleno de asombro y con un tanto de taquicardia por el aterrizaje, aplauden la llegada a tierra de los soldados. Pero no podemos dejar a un lado los aviones, amados por unos, odiados por otros, pero que sin lugar a dudas cualquier chiquillo amante de estas aeronaves, queda estupefacto al verlos en “acción”; y es que no pasan desapercibidos, no sólo por las acrobacias que realiza el piloto sino por el ruidito que generan, definitivamente, ellos se hacen sentir y cuando no aparecen –pues si el clima está nublado es contraproducente- el desfile no es lo mismo...

En definitiva, nuestra atracción es sin lugar a dudas, la de un país que no posee una cultura bélica, pues vemos a los chicos maravillados con los tanques, cosa que obviamente no sucedería con un niño afgano, por ejemplo. Así mismo, los ruidosos aviones, nos molestan sí, ¡ah! ¡Que fastidio!, solemos decir, pero qué bueno que no pasa de ser una molestia transitoria, sólo para un desfile en conmemoración de una fecha patria, que si bien es una tradición, hoy en día causa desagrado a más de uno, por ilógico que parezca, hoy en día el “patriotismo” da asco, bien sea porque la publicidad que tiene es como la de un producto que hay que vender o porque sencillamente “¡qué fastidio este país!”, sin embargo, nadie se queja ni hay criticas hacia el tan festejado y publicitado 4 de julio, souvenirs de todas las formas y tamaños portan la bandera del país que lo festeja, la gente con sombreros, banderas y pitos celebran como si se tratase del año nuevo, but nobody criticizes them...

La K-Boom

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