viernes, 19 de febrero de 2010

Ese toque dulzón...

Y no decirte ni lejana ni perdida para no darle razón al mar que te
retiene.
Y elogiarte en la más perfecta soledad
a la hora en que tu nombre es la primera lumbre en mi ventana.
Julio Cortázar


Ese toque dulzón del cigarrillo untado en café cosquillea mi alma. Una ráfaga de viento pretende apagar este encuentro. Repentinamente osas posarte Tú en mí, irrumpiendo en aquél cigarrillo con café que solía sosegarme. Ya no es una calma esto, es silencio y soledad perfectamente acompañada de ti.

Este cenicero me delata. Tú estás en mí, pero no conmigo. Oigo tu voz. Te observo. Pero sólo en mis sueños diurnos estas -los nocturnos sólo oscuros se manifiestan, no los recuerdo. Mi alma sigue golpeando en cada silencio mío. Nada digo. El miedo se contempla invisible ante ti. Y sigo acá, riñendo con café y cigarrillo a través de tu nublado semblante que se posa en mí una y otra vez, con la incesante esperanza de sentir contigo, sólo contigo.

Meny

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